15 de febrero de 2011

Más sobre Lost: cuatro libros y una ilusión final

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PILOTO. Hace un año unabirome comenzaba su andadura por los terrenos digitales. Y lo hacía con un artículo sobre Lost. En concreto, sobre «la presencia de la literatura en Lost, el mayor hito de la cultura popular de la primera década del siglo XXI». Para celebrar el primer aniversario del blog entrego un artículo que me encantaría presentar al revés que el primero: «La presencia de Lost en la literatura». Lamentablemente, creo que aún es un poco pronto para que esa influencia se note, así que me consolaré con comentar algunos libros que hablan de la serie. Y contar una ilusión (disfrazada de propuesta) al final.

Lost. Enciclopedia Oficial de Perdidos
de Paul Terry y Tara Bennett

Para empezar a hablar, quizá nada mejor que esta obra monumental. Una auténtica biblia para fanáticos. A lo largo y a lo ancho de sus 400 páginas, te podés encontrar todo, todo, todo lo que te imagines acerca de Lost. Fichas de todos los personajes (incluso los de paso fugaz), los lugares y momentos clave, la aparición de los números, los juegos a los que juegan, los libros que leen, los significados ocultos de símbolos que ocuparon un segundo o tercer plano en la pantalla… y mucho más. Difícil destacar algo cuando todo es tan jugoso.

Me quedo con un fragmento del prólogo de Damon Lindelof y Carlton Cuse:
Lo que se vio por televisión, la serie propiamente dicha, era el diez por ciento del iceberg que sobresale del agua. Sin embargo, la mayor parte del tiempo que pasamos en la sala de guionistas nos dedicamos a construir la parte sumergida. Los detalles. Las líneas temporales. Los antecedentes... Ahora que la serie ha terminado, ha surgido una gran curiosidad acerca de nuestro proceso... Así que ahora están contemplando la primera y única Enciclopedia Oficial de Lost.

Perdidos en el mundo imaginal, de Ángel Almazán de Gracia

Este es un libro impresentable. Parece enunciar, en el comienzo, buenas intenciones: vincular la serie con ideas y paradigmas de la psicología, de la mitología, de la historia de las religiones… Pero enseguida —después de un resumen argumental de la serie en el que se equivoca más de una vez— empieza a enredarse con los autores que cita (una mezcolanza que va de Carl Jung a José Lezama Lima e Ibn‘Arabi, pasando por Dante Alighieri, María Zambrano, Platón, etc., etc.,etc.) y termina haciendo un embrollo descomunal.

Lo peor de todo es que este hombre no entendió la serie. Al igual que muchos que tocaron de oído en mayo del año pasado, luego de la emisión del capítulo final, este tal Almazán de Gracia dice que todos los pasajeros del vuelo Oceanic 815 murieron en el accidente, y que todo lo que hemos visto a lo largo de seis temporadas ha sido el Purgatorio de los personajes (!!!). Cualquiera que haya visto la serie con un mínimo de atención sabe que esto no es así; baste una irrefutable demostración, lo que le dice Christian Shephard a Jack en el diálogo del final: «Todos morimos alguna vez, hijo. Algunos murieron antes que tú y otros mucho después». Es decir, no murieron todos al mismo tiempo.

Este libro —de cuya existencia me enteré de casualidad, que valoré como el hallazgo de un tesoro y que hoy me hace arrepentirme de haberlo llevado a la Argentina como regalo para un amigo— es, por lo demás, aburridísimo. Más vale perderlo que encontrarlo.

Lost. La filosofía, de Simone Regazzoni

De esta obra hablaré más que de los otros. Publicada en Italia en 2009, mientras se emitía allí el final de la quinta temporada, apareció en castellano el año pasado, justo antes de que comenzara la temporada final. Su autor es italiano y tiene 35 años; su formación proviene de la filosofía; es catedrático en la Universidad Católica de Milán.

Regazzoni apela a varios de los principales nombres del pensamiento contemporáneo (Deleuze, Foucault, Derrida, Barthes, Eco) para desmenuzar la serie a partir de varios ejes para los que el programa da mucho juego: los conceptos de isla y de verdad, la vida y la muerte, la posibilidad de que lo que llamamos realidad no sea más que el fruto de una percepción alucinada (o de muchas), lo relativo y el punto de vista, la memoria como una forma de la imaginación. No diré que se trata de un libro revelador, pero su lectura es interesante y amena, y viene bien para masticar asuntos que se presentan todo el tiempo ante nosotros mientras seguimos las innumerables peripecias de los personajes.

Destacaré un par de momentos.

UNO. Primero, el capítulo «La ilusión del mundo exterior». Allí, Regazzoni se refiere a la idea de que el mundo, todo lo que nos rodea, sea una ilusión. Reseña las Meditaciones metafísicas de Descartes y glosa el episodio de Lost en que sus autores —como en tantas otras ocasiones— utilizan explícitamente una idea que, en los círculos concéntricos de la serie (léase foros de fans en internet), se planteaba como posibilidad. Se trata del episodio 18 de la segunda temporada, titulado «Dave».

La idea de que la realidad sea la proyección de una mente no implica que detrás haya un ser humano, dice el escritor italiano, y apunta que esa mente podría ser la de la propia Isla «si fuera, como defienden algunos, un Valis (acrónimo de Vaste Active Living Intelligent System —Vasto Sistema de Inteligencia Viva y Activa—)».

El asunto se complejiza cuando Regazzoni menciona que en el capítulo 4 de la temporada IV (titulado «Eggtown») Benjamin Linus lee la novela Valis, de Philip K. Dick, en cuya trama tiene un papel central una película llamada, precisamente, Valis, la cual habla de «un satélite inteligente de naturaleza no humana que influye en la vida sobre la Tierra». (¿Adivinan cómo se llama el tal satélite? Por supuesto: Valis.)

Pero lo que se le escapa al filósofo italiano, y es aquí adonde quería llegar, es que en ese mismo capítulo aparece otro libro: La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares. Por si hace falta, recordemos la trama de la novela: una maquinaria metida en las entrañas de la isla reproduce (crea) un mundo en ella. Inteligencia de naturaleza no humana que, más que influir en la vida sobre la tierra, la crea, le da sentido. Así, la Valis de Dick no constituye más que una pista para entender la alusión más directa y cercana, la Valis de Bioy.

Y DOS. Lo otro que me interesaba resaltar se refiere a los juegos ficción-realidad de los creadores de Lost. Todo iniciado sabe que en la web se pueden hallar páginas que presentan como si fueran reales a actores ficticios como la aerolínea Oceanic, el grupo DriveShaft y las fundaciones Hanso y Valenzetti; el libro comenta una pieza en el puzzle mucho más sutil.

Resulta que hay una película llamada Cloverfield, estrenada en 2008 y coproducida por J. J. Abrams, uno de los cráneos detrás de Lost. (Lleva además música de Michael Giacchino, compositor de las bandas sonoras de todas las temporadas de la serie.) Yo no tenía idea de la existencia de este filme, pero me lo conseguí tras leer el libro. No te perdés nada si no la ves: es apenas un ejemplar más del modelo de peli que se presenta como material-sin-editar-encontrado-en-el-lugar-después-de-los-hechos, aquello que fue novedad con The Blair Witch Project y luego usado hasta el hartazgo.

En este caso, se trata de una supuesta cámara «propiedad del gobierno de EE. UU.»; en los primeros segundos de la cinta uno puede ver una señal de ajuste, el escudo de la CIA… y el logo de la Dharma Initiative. Jamás me habría dado cuenta si no fuera porque lo dice el libro. Vi la película y no lo descubrí. Volví a ver ese comienzo y tuve que verlo muchas veces hasta descubrir que ahí, como un flash, durante una nada de tiempo, aparece, abajo, a la derecha de la pantalla (click sobre la imagen para ver bien grande):


También lo muestra este video; recomiendo verlo para darse cuenta de lo difícil de verlo, casi imperceptible, que resulta. Quizás algún día nos enteremos de que el monstruo que en la película ataca Nueva York —una nueva reencarnación de Godzilla— sea un producto de la Iniciativa que hizo tantas pruebas en la Isla. Otro producto que salió mal.

La filosofía de Lost, de Sharon M. Kaye

El libro que completa el cuarteto… ¡no lo leí! Tengo que conseguir un ejemplar. Lo publicó en castellano la editorial argentina Libros del Zorzal, y no sé si será tan fácil de conseguir aquí en España. Ya les contaré…

THE END. Hoy en día, y casi un año después de su finalización, Lost se me aparece como una de esas bolas de espejos de los boliches: con apariencia de perfección y sus mil caras, si se lo señala con una luz dispara reflejos que permiten iluminar en incontables direcciones. Y cuanto más intensa la luz con que se lo apunta, más lejos llegan sus recorridos.

Me dan ganas de seguir y seguir hablando de Lost, escribiendo sobre Lost, pensando en Lost… Me parece curioso que, más allá de las miles de páginas que se han escrito en internet, la mayoría de los libros que se publicaron sobre la serie hablan de filosofía. Como si un soporte tradicional (el papel) necesitara vincular el show con una disciplina tradicional (la filosofía) para justificar su existencia. ¿Cuándo llegarán los libros (o textos en cualquier soporte) que se refieran de manera sistemática a todo lo demás que hay en Lost, además de filosofía? ¿Cuánto falta para que otros potentes reflectores lancen sus haces de luz hacia la bola de espejos? ¿Y si empezamos nosotros mismos, desde acá? ¿Alguien se anima…?

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