24 de noviembre de 2011

Ezeiza, 27 de agosto de 2007




Los días que vivimos en peligro es un libro editado por Emecé en 2009, en el que 16 escritores argentinos ofrecen textos relacionados con sendos acontecimientos recientes de la historia del país: desde la Guerra de Malvinas hasta el llamado «conflicto del campo», pasando por el Juicio a las Juntas, los saqueos y la hiperinflación del 89, la voladura de la AMIA y las muertes de Kosteki y Santillán. Todos los hechos ocurrieron en la Argentina, a excepción de uno: los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos.

El texto relacionado con el 11-S es un cuento de Hernán Iglesias Illa titulado «Las dos vidas de Maxi Kaplan». Narra la historia de Maximiliano Kaplan, un argentino que debió morir en los atentados (trabajaba en una de las Torres Gemelas), pero que se salva de casualidad y, en ese momento de estupor y shock, decide empezar de nuevo. Pero empezar de nuevo de verdad: arroja su teléfono al río, quema sus documentos, hace creer a todos sus seres queridos que ha muerto, se inventa un nombre, una nacionalidad, una religión… La historia –sobre la que se está preparando una película– es una ficción basada en el hecho de que, diez años después, quedan todavía por identificar los restos de 1.122 víctimas de los atentados. Hernán Iglesias Illa, residente en Nueva York desde 2004 y conocido por su faceta como cronista (ha publicado en revistas como Etiqueta Negra, Brando, Rolling Stone, Esquire y Vanity Fair), escribe un excelente relato con forma de crónica que podría pasar como una historia verídica para cualquier desprevenido, aunque él mismo admitió que «Las dos vidas…» es su «único texto de ficción publicado».

UN RELATO QUE TENGO QUE ESCRIBIR

El texto de Iglesias Illa me recordó algo curioso que me ocurrió a mí y que hace poco comenté por primera vez con alguien. Con L. Ella me dijo: «Tienes que escribir un relato con esto». Hasta ahora no se me ha ocurrido la forma de ese relato. Quizá contar los hechos aquí me ayude.

Es simple. E1 14 de agosto de 2007 fue secuestrado en Monte Grande un abogado tocayo mío: un tal Cristian Vázquez. El hombre estuvo desaparecido durante un par de semanas, hasta que la policía encontró su cadáver en un descampado de Ezeiza el lunes 27 de agosto. Precisamente ese día, lunes 27 de agosto de 2007, fue el día en que me fui de la Argentina para vivir en España. ¿Desde dónde sale uno de la Argentina? Desde un descampado de Ezeiza, claro.

Eso es lo que hay. Eso, y que cuando uno googlea «cristian vazquez» obtiene 4.400.000 resultados, pero entre los primeros aparece un artículo de La Nación titulado «Encontraron el cuerpo del abogado Cristian Vázquez», y la fecha, 27 de agosto de 2007, y el lugar, Ezeiza. Como si la web conspirara para que no me olvide del momento en que decidí, a mi manera (muy distinta a la de Maxi Kaplan), empezar de nuevo.




Algunos posts atrás hablaba de las coincidencias que suelen aparecer en nuestro itinerario de lecturas. Leemos dos libros consecutivamente sin tener idea de las relaciones (explícitas o no) que existen entre ellos. Estas coincidencias muchas veces también aparecen, desde luego, en distintos ámbitos de nuestra vida. Este es un ejemplo. Como ya lo señalé la vez pasada, a mí me gusta pensar en estas coincidencias como en señales, aunque su significado nos sea por completo inasible. No las entendemos, pero tenemos que estar atentos a ellas.

Por cierto: si alguien quiere hacerme llegar ideas y sugerencias para el relato que «tengo que escribir» basado en estos hechos, todas serán bienvenidas.

5 comentarios:

Laura dijo...

Me parece interesante esta co-incidencia. A fin de cuentas, emigrar es morir y nacer de nuevo. Seguro que una parte del Cristian Vázquez que emigró quedó allí, en el descampado de Ezeiza. Me pregunto si habrá ocurrido algo similar a la inversa. ¿Te habrás traído contigo algún rasgo del Cristian Vázquez que murió?

Cristian Vázquez dijo...

Excelente tu comentario, Laura. ¿Me lo habré traído? En cuántas cosas que me dejás pensando...

Laura dijo...

Día 28 de agosto, Madrid. ¿Qué pasaría si te miraras al espejo y sintieras que algo ha cambiado? O si vieras una sombra que te sigue... O si soñaras con juzgados, con tu homicida o con aquello que hiciste para terminar en el descampado. ¿Y si te diera por hacer justicia, aprovechando esa información que tenés y que tus asesinos (sus asesinos) no saben que tenés porque te dan (lo dan) por muerto?
Ahh... qué inquietante.

Cristian Vázquez dijo...

Che, Laura, me parece que el cuento lo tenés que escribir vos.

Laura dijo...

Jajaja, nooo... A mí me encanta pensar escenarios fantásticos, pero no tengo madera de cuentista o novelista. Eso te lo dejo a vos =)