7 de mayo de 2012

¡Google está desnudo!




Innumerables veces se ha repetido que el cambio que representan las tecnologías digitales son para la humanidad tan importantes como aquel de la invención de la imprenta allá por el año 1450. Así como nosotros miramos atrás y vemos a Gutenberg, ¿cómo se verán los años de nuestro presente desde la perspectiva de los siglos? Los historiadores dirán, seguramente, que allá por el año 2000 pasaron estas y aquellas cosas… y quizá también tiendan a resumir todo en un nombre propio, un nombre que también empieza con G. Sí, ya saben a quién me refiero.

En el cuento tradicional es un niño el único que se anima a alzar su voz por sobre el autoengaño generalizado y señala: «¡El rey está desnudo!». En estos días, el autoengaño nos dice que Google es una empresa cool, innovadora, que hace las cosas bien y ofrece un montón de oportunidades gratis… y si bien puede que lo haya sido en un primer momento, lo cierto es que con el tiempo se fue convirtiendo en un auténtico y gigantesco monstruo cuyos tentáculos alcanzan hoy casi cada resquicio de nuestras vidas. Y va por más.

Esa última afirmación, leída así, en seco, suena exagerada. Pero no suena así después de acercarse a la obra de uno de los que hoy, como el niño del cuento, se anima a alzar la voz y apuntar con el dedo. Desnudando a Google, del español Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña (Ediciones Deusto, 2012), se promociona con una pregunta: «¿Si en Google lo saben todo sobre ti, no crees que deberías saber algo más sobre ellos?». Uno se interna en sus páginas para saber algo más sobre ellos, y termina sabiendo mucho.

Google —según la mirada del autor, basada en un trabajo de vasta documentación— es una empresa con una enorme capacidad de innovación, que ha creado y ofrece multitud de productos extraordinarios, sin los cuales es difícil imaginar nuestro día a día actual, pero que ha crecido de forma desmesurada hasta constituir un monopolio de facto en múltiples áreas. Y que representa un peligro, porque siempre es peligroso que mucho poder se acumule en unas pocas manos. Y quizá nunca hubo tanto poder acumulado como este: la mayor base de datos de la historia de la humanidad.

Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña
«¿Crees saber lo que sabe Google de ti? Multiplícalo por cien y estarás en lo cierto», dice Suárez. La gran G sabe todo lo que hacemos: qué buscamos, con quiénes y qué nos escribimos, adónde vamos, qué nos gusta, qué no… «Hemos creado un monstruo”, añade el autor: «Google no es el “Gran Hermano” de Orwell. Este no le llegaría ni a la suela de los zapatos». Y lo hicimos siguiéndolo felices, igual que —para seguir con la literatura clásica infantil— las ratas al flautista de Hamelin…
   
Muchos googlefans han abierto los ojos ya y dejaron de ver en la marca del logo multicolor una empresa «buena» que, tal como sus directivos afirman, solo busca organizar y compartir el conocimiento. Decenas de acusaciones y demandas por violar las leyes de derechos de autor (con plataformas como Books y News) y la privacidad (con Buzz o Street View), así como la aceptación de la censura impuesta por el régimen chino para llegar a ese mercado, han hecho mella en su imagen de buenos chicos. La mancha se seguirá ampliando, sin duda, mientras el imperio sigue abriendo mútiples frentes de batalla… probablemente hasta que el gobierno estadounidense no pueda seguir haciendo la vista gorda y tenga que sancionarlo por monopolio, como hizo con Microsoft, en el año 2000, y antes con AT&T, en 1982.

Dice Suárez que «la historia de Google es la del auténtico Rey de la Selva, que era tan fuerte y poderoso, y tan querido por el resto de los animales, que acabo por creerse que “él” era la selva». Por eso, leer sobre el gigante sirve, también, para entender un poquito mejor cómo funciona el mundo. Porque de eso hablamos: de la ley de la selva. Por mucho que haya hecho la humanidad para combatirla, sigue ahí, con otras formas pero tan campante. Libros como este de Suárez ayudan. Google, sí, está desnudo. Pero sigue siendo el rey.

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