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UNO. Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, dice el clásico de Lito Nebbia. Quizá sería más preciso decir que hay otras historias, en plural. Porque suele pasar que los que ganan son pocos, y los que pierden, muchos. En todos los ámbitos de la vida: en el capitalismo, en las guerras, en un casino, en los mundiales de fútbol.Hay, además, una tercera categoría: las historias de lo que pudo haber sido. Los analistas políticos suelen desdeñar este tipo de proyecciones: «No tiene sentido hablar del qué habría pasado si...», afirman, amiguísimos como son de hablar con el diario del lunes. Pero ¿por qué no hablar de lo que habría pasado si? ¿Por qué no imaginar esos mundos paralelos? ¿Por qué no ser nosotros quienes escribamos la historia de lo que pudo haber sido?
DOS. La película Inglorius Basterds, de Quentin Tarantino (Bastardos sin gloria en Latinoamérica, Malditos bastardos en España), plantea una versión de algo que pudo haber sido durante la Segunda Guerra Mundial. Y eso le ha valido críticas y reparos, como si imaginar una versión distinta de hechos muy conocidos quebrara un pacto narrativo imprescindible.
Recuerdo haber visto, hace muchos años, una película muy mala pero que me había entusiasmado por su planteo argumental: transcurría en la época contemporánea pero en un mundo en el que Hitler había ganado. El filme, como decía, es muy malo, ni siquiera recuerdo su nombre; se lo puede criticar por todo pero no por imaginar esa versión alternativa. Quizá sea algo que se le conceda sin problemas a una producción de poca monta, pero no a un cineasta de renombre como Tarantino. Y si Tarantino quiere imaginar un final alternativo, ¿qué?
TRES. El sábado pasaron por la Televisión Española un documental titulado A propósito de Borges (que se puede ver completo aquí). El programa está organizado sobre una serie de metáforas-ejes argumentales de la obra del escritor: espejos, laberintos, etc. Uno de estos ejes fue «Física cuántica», y allí hablaron de los viajes en el tiempo y las posibilidades que estos plantean: por ejemplo, que alguien viaje al pasado y mate a su abuelo, de modo que el nacimiento del propio asesino resulte imposible. Este tipo de paradojas –cualquiera lo sabe– ha desarrollado un verdadero subgénero dentro del género de la ciencia-ficción.
¿Cuál es la respuesta que da la ciencia ante este tipo de problemas? La existencia de mundos paralelos. Eso que nos hicieron creer durante toda la última temporada de Lost, eso que tan maravillosamente retrata Volver al futuro. (Después de Volver al futuro parecía imposible hacer cualquier cosa sobre viajes en el tiempo que no sonara viejo o ñoño; tenía que llegar Lost.)
Entonces, ¿qué pasaría si mañana consiguiéramos viajar en el tiempo y alguien fuera al pasado y acabara con Hitler cuando era un joven que probaba suerte como artista en Austria? Supuestamente nada para nosotros. Pero a partir de ese punto se dispararía una nueva línea de tiempo: la de un mundo sin Hitler.
CUATRO. Inevitablemente tenemos que al menos mencionar aquí el Efecto Mariposa y sus dos mejores productos: el cuento de Ray Bradbury “El ruido de un trueno” y el antológico capítulo 6 de la sexta temporada de Los Simpson, en el que Homero viaja al pasado con una tostadora.
CINCO. Pero también vale cuestionarse, en este preciso punto, otras cuestiones. Si mañana mismo alguien inventara la máquina del tiempo, ¿a alguien de verdad le interesaría viajar al pasado y evitar la Segunda Guerra Mundial? ¿Los poderosos –que serían, por supuesto, quienes dispondrían qué hacer y qué no hacer con la máquina– acaso no temerían que, si la historia cambiara, ellos perdiesen su poder? Es decir, la máquina la usarían los ganadores, los que han escrito la historia. ¿Qué interés tendrían en reescribirla?
Además, en caso de que algún día sea posible viajar en el tiempo, ¿cuánto falta para ese entonces? Si hoy tuviéramos la posibilidad de cambiar hechos de la historia, ¿buscaríamos evitar la Segunda Guerra Mundial, o algo más reciente? ¿A alguien hoy en día podría interesarle evitar las miles de muertes causadas por las guerras napoleónicas, por ir «sólo» un par de siglos hacia atrás? A los nietos de nuestros nietos que consigan viajar en el tiempo, ¿les importaría cambiar su pasado remoto, que es nuestro presente?
¿Y quién dice que no lo han cambiado ya? ¿Cómo saber si no lo han cambiado y existen dos, tres, muchos mundos paralelos, en los que Hitler murió joven, en los que los indios americanos y los negros africanos y los nativos asiáticos no fueron sometidos por los europeos, en los que nadie pasa hambre?
¿Y si este mundo en que vivimos es el resultado de muchos arreglos? ¿Si los mundos paralelos son mucho peores, y el nuestro es la versión más mejorada que los viajeros temporales supieron conseguir?
SEIS. A años luz como estamos los simples mortales de visitar épocas lejanas, lo que nos queda es, como siempre, imaginar. Contar historias, y para contar esas historias, que nadie nos limite. Escribir historias de lo que fue y lo que no fue, de lo que pudo haber sido, de lo que podrá ser, de lo que nunca será. Que para eso no hace falta ganar nada.
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4 comentarios:
Viajes en el tiempo, mundos paralelos... ¡mis temas preferidos en las películas y libros!!
Ahora, pienso: la teoría de la existencia de mundos paralelos me cierra siempre que existan infinitas realidades; es decir que de cada hecho se desprendan tantas realidades como alternativas que podían llegar a darse en ese momento, y así sucesivamente, en un número que va expandiéndose.
En ese caso, podemos decir que la que estamos viviendo no es la mejor ni la peor realidad que existe (la mejor sería aquella en la que se van dando las mejores de todas las alternativas, y la peor en la que se van dando todas las peores). Diría que estamos en una realidad en que se van dando cosas buenas y malas, de acuerdo a los que decidimos (a veces) y a una multiplicidad de factores distintos. Y ahí está la gracia. En la combinación de incertidumbre y libre albedrío. Digo, me parece...
Pregunta: ¿viste la peli "Efecto Mariposa"? Yo la ví una sola vez, y me dió vuelta como a un trompo. Tanto que la tengo y no me animo a mirarla de nuevo, porque tengo miedo de decepcionarme, jaja.
Un abrazo Cristian.
Muy lindo post --!!
Escribir historias alternativas o viajar en el tiempo tiene, a mi criterio, una raíz común con conductas tan disímiles como la especulación, el consumo desmedido o elegir la fila más rápida en el supermercado: la insatisfacción del ser humano.
En una oportunidad leí una entrevista a Woody Allen en la que declaraba que no le interesaba la política porque tenía la sospecha de que, de solucionarse todas las inequidades, el hombre seguiría estando triste. Más allá de que pudiera tratarse de una autojustificación para ser un miserable (no lo sé), creo que encierra una verdad radical.
Esa insatisfacción ha generado también belleza y poesía. De hecho, sin ese descontento subyacente, la belleza me parece impensable.
Muchas veces me pregunté cosas como esas, si acaso nosotros no somos el fruto de varios arreglos hechos de antemano en el mundo. De nada de eso tenemos certeza, como tampoco si alguien llego a la luna alguna vez o cosas así.
No soy muy buena escribiendo pero trataré de hacerme entender lo mejor posible. Es como vos decís casi imposible reescribir la historia al menos que tengamos un De Lorean, y de ser así, acaso no sería posible que los hechos sucediesen de todos modos pese a nuestra intervención??
A lo mejor de cambiar eso desaparezcamos nosotros, y/o lluevan rosquillas o bien el amor de nuestras vidas muere en cada intento x hacer algo bien... (tomando los ejemplos que diste de mundos paralelos)
Una vez me preguntaron si me arrepentía o cambiaría de algo de mi vida, y yo respondí que no, y lo digo siempre: sin todo eso que me paso, no sería esto que soy hoy. Mal o bien es lo que elegí ser.
Un gusto haberlo leido
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