4 de junio de 2013

Cortázar antes de Cortázar

Escribí este artículo para la revista Oliverio, de Buenos Aires, en julio de 2004. Lo recupero ahora y lo transcribo casi textual.

Se ha dado en llamar el 2004 como «Año Cortázar», en razón de que en febrero se cumplió el 20° aniversario de su muerte. Ha habido charlas, congresos, reediciones y demás formas del homenaje. Quizá no esté mal esto de recordar a las personas sólo cuando se cumple un aniversario redondo, lo cual habla de nuestra pasión por el sistema métrico decimal. Pero en los múltiples artículos de diarios y revistas publicados en los últimos meses se ha caído en al menos un error y una omisión, que vale la pena destacar. Ambos tienen que ver con las primeras publicaciones de Cortázar, aquéllas de cuando no era un reconocido gran escritor sino un joven que buscaba hacerse un espacio en el mundo de las letras.

El error tiene que ver con el primer cuento publicado por Cortázar. Se afirma que se trata de «Casa tomada». Esta creencia se tiene como verdad a partir de una declaración de Jorge Luis Borges publicada por primera vez en el libro Siete voces, de Rita Guibert, editado en México en 1974: «Tengo el orgullo de haber sido el primero que publicó uno de sus trabajos. Yo dirigía una revista y recuerdo que se presentó a la redacción un muchacho alto que traía un manuscrito. Le dije que iba a leerlo. Volvió al cabo de una semana. El cuento se llamaba “Casa tomada”. Le dije que era admirable y mi hermana Nora lo ilustró».

La revista se llamaba Anales de Buenos Aires y la anécdota es verídica. Ocurrió en 1946. Pero no era el primer cuento que Cortázar publicaba en su vida.

En 1991 Jorge Lanata publicó, en su libro Polaroids, un relato titulado «Una revolución científica», en el cual se narra, en clave fantástica, la historia del supuesto primer cuento publicado por Cortázar. Según este texto, ese cuento se titulaba «Estación de la mano» y apareció a comienzos de 1945 en una revista que dirigía Américo Calí y se llamaba Égloga, cuando Cortázar era profesor de Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuyo, en Mendoza. Lanata avisa en el prólogo de su libro que ésta es la verdad «contra lo que el propio Cortázar le dijo a Borges en París».

Cortázar volvió a publicar mucho después «Estación de la mano», en su libro de misceláneas La vuelta al día en ochenta mundos, de 1967, con un pequeño prefacio que decía: «Alguien de mi familia encontró hace poco en Buenos Aires unos papeles míos […] y me escribió con el cortés desconcierto del que se topa con algo que sale de las categorías domésticas […] Incurrí en curiosidad por esas huellas que había dejado mi mano en otros tiempos […]; me llegó así un diario de un viaje por Chile hacia el cuarenta y dos, y una especie de cuentecito olvidado y muy tonto, donde justamente se trataba de una mano. Petulante, ingenuo y de un esteticismo ceniciento y Vernon Lee, me enterneció por pasado, por indefenso. Lo doy tal cual…»

Pero no fue tampoco «Estación de la mano» el primero de los cuentos publicados por Cortázar. Según informa Jaime Alazraki en el prólogo al primer tomo de las Obras Completas, publicado en Barcelona el año pasado [2003], en su número de agosto de 1944 la revista Correo Literario, dirigida por Arturo Cuadrado, publicó otro de los cuentos iniciáticos de Cortázar, titulado «Bruja». Sobre él declaró el autor: «Es un cuento que tiene una hermosa idea, muy patética y muy dramática, es un cuento absolutamente fantástico. Y sin embargo, cuando lo vi al lado de los otros de Bestiario, pensé que no, que con él se cerraba el ciclo anterior». Por eso no lo incluyó en ese libro, que se tiene por la primera de sus colecciones de relatos.

Y al parecer hay algo aún antes. Mario Goloboff informa, en su biografía de Cortázar, que el diario El Despertar de Chivilcoy publicó en 1942 el cuento «Llama el teléfono, Delia». Según esta fuente, el cuento habría aparecido sin el consentimiento de Cortázar y bajo el seudónimo de Julio Denis, que el autor ya había utilizado para el libro de sonetos Presencia, de 1938.

«Llama el teléfono, Delia» sería, entonces, el primer cuento publicado de Julio Cortázar.

EL PRIMER LIBRO

«Llama el teléfono, Delia» fue publicado nuevamente cuatro décadas más tarde, como un hallazgo, por el diario Clarín, poco tiempo antes de la muerte de Cortázar. El autor declaró entonces: «No sé quién podía tener ese cuento, que formaba parte de una serie de siete u ocho cuentos que yo escribí cuando era profesor en Chivilcoy. Hice una especie de cuadernillo, hice dos o tres copias de esos cuentos y evidentemente una de ellas, que yo les di a dos o tres amigos, cayó en manos de quienes lo han publicado sin ningún derecho. Y no me refiero a un problema de derechos de autor o cosas de ese tipo: me refiero a un problema de orden moral. Porque esos cuentos no estaban destinados a la publicación, formaban parte de esos cuentos que yo creía haber destruido. A propósito de esos cuentos te diré que las ideas, el argumento, eran en general buenos. Es decir, había juegos con el tiempo y con el espacio, y había una noción de lo fantástico muy desarrollada. Pero la escritura a mí no me parecía digna del cuento. Por eso los dejé siempre de lado, con una doble posibilidad: la de volver a escribirlos de una manera que me dejara satisfecho —cosa que no hice porque me resultó mejor escribir cosas nuevas— o destruirlos».

Cualquiera que se cruce con los dos tomos de los Cuentos Completos que publicó Alfaguara en 1994, y ahora con las citadas Obras Completas, editadas por Galaxia Gutenberg, se encuentra con que, previo a Bestiario, hay otro volumen de cuentos, llamado La otra orilla. Está compuesto por 13 relatos: el tercero es «Llama el teléfono, Delia», el séptimo «Bruja» y el último, «Estación de la mano».

Esta es la omisión. ¿De dónde sale este libro que nadie menciona?

Se trata de esa «especie de cuadernillo» que Cortázar armó allá por 1945. ¿Pero los ejemplares fueron «cuadernillos», libros, o simples copias mimeografiadas? Saúl Yurkievich, editor general de las Obras Completas, dice que La otra orilla se publica póstumamente a partir del hallazgo de los manuscritos entre los papeles de Cortázar. Que los manuscritos se encuentran actualmente en la Universidad de Princeton. Y que «Casa tomada» formaba parte de ese volumen, y que fue el único que se salvó del olvido impuesto por el autor al exhumarlo e incluirlo en su libro siguiente, seis años más tarde.

Sea como fuere, La otra orilla existió, y hasta tuvo un prólogo del autor. Dice de las historias que lo componen: «Toda vez que las hallé en cuadernos sueltos tuve certeza de que se necesitaban entre sí, que su soledad las perdía. Acaso merezcan estar juntas porque el desencanto de cada una creció la voluntad de la siguiente. Las doy en libro a fin de cerrar un ciclo y quedarme solo frente a otro menos impuro».

CICLOS

Todas son versiones, probablemente la verdad esté esperando todavía ser develada.

Lo último que se ha publicado, las promocionadas y carísimas Obras Completas, contiene errores inexplicables: Alazraki dice que, excepto «Bruja», los otros 12 relatos de La otra orilla debieron esperar cincuenta años para ser publicados, hasta 1994. Es decir, parece desconocer las mencionadas apariciones de «Estación de la mano» (¡por el propio Cortázar!) y «Llama el teléfono, Delia». Yurkievich, por su parte, afirma que el «Paco» a quien Cortázar dedica Bestiario es Francisco Porrúa, director literario de la Editorial Sudamericana, cuando es sabido que se trata de Francisco Reta, un amigo a quien Cortázar conoció en el colegio secundario y que murió prematuramente en 1943. Por eso la dedicatoria está en pasado («A Paco, que gustaba de mis relatos»), al igual que en La otra orilla.

En el 45 Cortázar quería cerrar un ciclo y comenzar otro «menos impuro». Vaya si lo que vino después fue menos impuro: se trata de una de las obras cuentísticas más brillantes del siglo XX. Muchos lo recuerdan ahora a 20 años de su muerte. Los que amamos la literatura, los que queremos tanto a Julio, lo tenemos siempre con nosotros.



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