8 de febrero de 2011

Algunas palabras sobre la lista de Granta [2]

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OCHO. Tres cosas para destacar del prólogo de la edición. La primera: que señala cuatro «momentos importantes de las relaciones literarias, siempre complejas y desequilibradas a causa de los particularismos nacionales y las susceptibilidades colectivas, de recíproca influencia y efecto acumulativo entre la América hispana y España».

Son los siguientes:
1) La difusión de la obra de Rubén Daría en España, en el contexto de la pérdida de las últimas colonias de este país en el continente americano (Cuba, 1898);
2) La influencia de la Generación del 27 española en América, durante la Guerra Civil y, más aún, con el masivo exilio republicano en países como Argentina, Venezuela y México;
3) El éxito del llamado boom de la novela latinoamericana en España, en la década del 60, marcada por corrientes contraculturales y en concreto por la Revolución cubana; y
4) El momento actual, con la supremacía económica de España y Roberto Bolaño como figura transcontinental (chileno emigrado primero a México y luego a Cataluña).

Esto es: idas y vueltas de predominios, influencias y batallas por imponer la propia verdad. ¿Cuál será el próximo capítulo?

NUEVE. La segunda: califica a las varias corrientes y antologías surgidas en las últimas dos décadas con pretensiones de representar a una generación («McOndo» en Chile, «Crack» en México, «Nocilla» en España) de «variopintos manifiestos […] que emulan los procesos y estrategias del oportunismo ideológico». ¿No se dan cuenta los editores de Granta de que es posible acusarlos a ellos mismos —tal como lo hace Echevarría— de un oportunismo similar?

Más que eso, me interesa señalar que ninguna de esas corrientes y manifiestos tuvo su origen en la Argentina, el país que más escritores aporta a esta selección. ¿Por qué? ¿Es que los escritores argentinos no sienten que tengan que romper con el pasado, con algún pasado? ¿O será que todos los argentinos sub-35 sentimos el pasado como algo roto, algo que vino fallado de fábrica y que no tenemos que encargarnos de desarmar sino todo lo contrario?

En su cuento incluido en el número de Granta, titulado «Unas cuantas palabras sobre el ciclo de las ranas», Patricio Pron apunta que «los escritores argentinos viven los unos bajo la influencia de los otros y todos bajo la influencia de Jorge Luis Borges». Pero así como Borges fue el padre de tantas generaciones anteriores, para quienes no teníamos más de 10 u 11 años cuando se murió, es como un abuelo. Al igual que Cortázar. Los padres con los que habría que romper (a los que habría que matar) son otros: Piglia, Aira, Saer, Fogwill, Castillo… Es en este campo donde están dadas las discusiones y los enfrentamientos.

Y ¿cuánto influye que los argentinos de esta generación —los ocho elegidos nacieron entre 1975 y 1978, los años más horrorosos del terrorismo de Estado— sean, de alguna manera, hijos de una diáspora cultural? Neuman, Pron y Néspolo viven fuera del país. Si se quiere, todos los escritores de esta edad son los sucesores de esos que podían escribir, como el personaje de Piglia en Respiración artificial: «A veces (no es joda) pienso que somos la Generación del 37. Perdidos en la diáspora. ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo?».

DIEZ. Hablando de oportunismo: la lista de Granta —como se ha dicho: la primera en un idioma distinto del inglés, destacada por los medios más importantes del mundo anglosajón, incluidos The New York Times y The Guardian, más allá de las insinuaciones de provincianismo por parte de Echevarría— se publicó el 1 de octubre; y seis días después la Academia sueca anunció el Nobel de Literatura para Mario Vargas Llosa, primer escritor en español que recibe el galardón en 20 años. Y a eso hay que agregarle que justo por esos días, entre el 6 y el 10 de octubre, tuvo lugar la Feria de Frankfurt, cuyo país invitado fue la Argentina.

Si los editores de Granta sabían que el premio iría para el autor de La fiesta del Chivo, lo hicieron muy bien, y si no lo sabían, el negocio les salió redondo de toda redondez.

ONCE. La tercera cuestión para destacar del prólogo: dice que es un momento propicio para las publicaciones en español en Estados Unidos, debido —asegura— a «la reciente disposición y apertura a la literatura traducida a causa de las secuelas de los ataques del 11 de septiembre [de 2001]». Lo que a mí me da un poco de escozor son los factores que «han ampliado un capital y renovado el crédito de la narrativa de nuestro idioma en sus diversos estamentos», a saber:

1) «La reciente aceptación por un lado de las novelas de Carlos Ruiz Zafón [y] de la obra de Bolaño entre los más jóvenes por otro»; y
2) «El universal prestigio crítico de [Javier] Marías».

Lo de Bolaño, fenómeno, pero si las otras puntas de lanza van a ser autores tan lamentables como Ruiz Zafón y Marías, quizás lo correcto sea que muchos lectores estadounidenses se decepcionen (un poco, al menos) cuando lleguen obras de escritores buenos de verdad…

DOCE. Los lectores, dice el prólogo casi en el final, «en diez años podrán corroborar la vigencia de este arsenal de referencias consensuadas, como en otras selecciones anteriores: cuánto hemos acertado, cuántos narradores aún se siguen leyendo, cuántos permanecen y duran».

No deja de ser curioso que uno de los textos dejados para el final en la edición, el ya citado de Patricio Pron, que es exactamente el penúltimo, cuente la historia de un joven escritor que —dice en su penúltima página— «había sido seleccionado para integrar una antología de escritores jóvenes, una de esas antologías cuyos índices uno relee diez años después de publicadas y siente tristeza y miedo».

¿Sentiremos tristeza y miedo cuando en 2020 hojeemos las amarillas páginas de la amarilla edición 11 de Granta en Español? Si los editores de la revista pusieron adrede este párrafo casi en el final, también lo hicieron muy bien.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Algunos textos de la revista estan buenos pero lo que es una verguenza es que la editorial haya utilizado el prestigio de Granta para promocionar a cinco escritores a los que habia fichado previamente. Ignacio Echevarria tenia razon. Saludos desde Oviedo.